Pietro Masturzo, ganador del World Press Photo 2009


El fotoperiodista Pietro Masturzo cuenta cómo nació la foto ganadora del World Press Photo 2009. Con las muchas ganas y el poco dinero de un joven 'freelance'.

Pietro Masturzo no tiene aún treinta años. Cuando en la primavera de 2009 decidió viajar a Teherán para realizar un viejo proyecto, lo hacía con el poco dinero y las muchas ganas de un fotoperiodista freelance. Quería estar allí y fotografiar el fermento de las semanas de las elecciones presidenciales en Irán, en el trigésimo aniversario de la Revolución islámica. No podía ni imaginar que aquella apuesta le permitiría siete meses después arrebatar el World Press Photo a las grandes agencias internacionales, con una imagen que no ha sido publicada por ningún gran periódico ni había dado hasta ahora la vuelta al mundo, como sí pasó con otras instantáneas ganadoras del prestigioso galardón.

La idea de tomar las fotos de las protestas nocturnas que, en las azoteas de Teherán, se hacían eco de las manifestaciones que llenaban las calles durante el día, nació por necesidad. "En aquellos días era para mí la manera de contar lo que estaba pasando", cuenta Masturzo desde Roma, donde vive. "En las semanas anteriores al día de las elecciones (el 12 de junio) me habían detenido por haber tomado unas fotos durante las marchas que ya se estaban produciendo. Me quedé tres días en comisaría, perdiendo tiempo y, sobre todo, todas las fotos. Así que cuando salí tenía que tener mucho más cuidado, ya que, con la tensión que había, si me pillaban por segunda vez no lo iba a tener fácil".

Relata que sin el apoyo de los estudiantes y de miembros de la oposición con los que había contactado no habría sido posible moverse como hizo por la capital iraní. Y es también gracias a ellos que el galardón que acaba de recibir (con una dotación de 10.000 euros) no sólo servirá para cubrir los gastos del viaje. "En parte sí pero por otra parte no me salió tan caro, ya que me hospedaron casi siempre", dice entre risas. Las mismas que no puede contener cuando se le pregunta por su estado de ánimo por haber ganado sobre competidores como Reuters y Associated Press.



"La verdad es que todavía no me lo creo. Hasta ahora ha sido muy difícil para mí buscarme la vida con este oficio", asegura este licenciado en Relaciones Internacionales que empezó a jugar con el objetivo en las calles de Nápoles, su ciudad natal, y se mudó a Roma para dar paso a la que para muchos podría ser una apuesta arriesgada. "Hice un curso organizado por el ayuntamiento y de allí empecé a colaborar con algunas pequeñas agencias para ganar algo de dinero. No ha sido fácil. Espero que ahora pueda poder vivir de este trabajo y de este tipo de fotografías".

- Azoteas de esperanza.

Este año el prestigioso y no pocas veces controvertido premio World Press Photo ha sido ganado por un joven fotógrafo napolitano de apenas treinta años: Pietro Masturzo. La fotografía, captada en ese momento maravilloso en que el día ya da paso a la noche ("entre perro y lobo" lo llaman los franceses), muestra a unas mujeres en una azotea durante las pasadas protestas en Teherán. No se trata de un plano corto, sino que muestra a las mujeres inmersas en el paisaje urbano. La imagen además no es algo casual, sino que forma parte de una serie sobre el mismo tema, Azoteas de Teherán, toda ella magnífica.

Imagino que esta imagen levantará ampollas entre el ejército de fotógrafos que, taxidermistas del dolor, entienden que el camino para mostrar el sufrimiento humano es la "dramatización" de la propia imagen, cargándola de unas formas aparentemente atrevidas y de un contenido lo suficientemente obvio como para mover el sentimentalismo más simple del espectador (aquí preferiría decir del lector de la imagen). Pero otros creemos que hay más caminos, y que tal vez hace falta menos denuncia y más reflexión; en definitiva: más verdadera fotografía y menos propaganda.

Para quienes digan, que los habrá, que la imagen ganadora es un bello ejercicio estético, pero poco "fuerte", de escaso contenido, etcétera, yo me permito sugerirles que nada más lejos de la verdad. Permítanme un solo ejemplo: cualquiera que conozca o haya trabajado mínimamente en países musulmanes, pendiente de su vida cotidiana -tan rica- y no solo de sus guerras, sabe bien de la importancia de las azoteas al anochecer en la vida de las familias, y especialmente de las mujeres; y del espacio de comunicación y de libertad que allí se crea (los lectores de Fátima Mernisi ya saben de qué hablo). Es por ello, no por casualidad, por lo que allí se produjeron las protestas documentadas por Masturzo. Éste ha sabido hacerlo con gran respeto no sólo hacia las personas, sino también hacia un entorno arquitectónico tan característico, que tanta información añadida aporta sobre esas urbes del Islam (en Oriente, norte de África...) en constante y desquiciado crecimiento, inevitables crisoles de conflicto. Y también con una notable calidad fotográfica, trabajando con unas luces y un sentido de la distancia que, por menos obvios, nos animan más a seguir mirando la imagen un rato, a reflexionar, que a decir de un vistazo: "¡qué barbaridad!"... y pasar la página. Lo sutil puede y debe ser un valor en un mundo de obviedades.


El maestro Raymond Depardon (reportero fundador de la agencia Gamma, hoy en Magnum) ha realizado una de las afirmaciones más simples y a la vez demoledoras sobre el fotoperiodismo (y la propia vida, claro): "siempre hay un mercado para la crónica de los palacios y para el drama de los suburbios, pero no lo hay para la crónica de los suburbios." Cómo no celebrar pues, como fotógrafo y como lector, esta crónica visual realizada (ignorado por el mercado, desde luego) por Pietro Masturzo con comprensión del tema, respeto por él y calidad fotográfica (las tres patas del verdadero trabajo documental). Y cómo no felicitar no sólo al autor, sino también al jurado que ha decidido premiarlo. Christian Caujolle, fundador de la Agence Vu (que me acoge desde hace no pocos años) y muy vinculado al WPPh, me contaba que, cuando tienen que hacer algún libro antológico del premio, se encuentran con que muchas de las fotografías ganadoras, pasados los años y olvidada la noticia que las provocó, se sujetan con dificultad, precisamente por su poca calidad fotográfica. Esto no ocurrirá con la imagen ganadora de este año, aunque no haya encontrado acomodo en la prensa de cada día.

El País

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